domingo, 28 de septiembre de 2008

PREVENCIÓN DE LA PROSTITUCIÓN


Sobre el oficio más antiguo del mundo, mucho se ha hablado y no tanto se ha hecho, para poder prevenir la caída en este fenómeno que en la mayoría de los casos tiene un alto componente de marginalidad social.

Según las épocas se ha tendido a su erradicación mediante la prohibición, o a su tolerancia, pero no siempre se ha tratado de abordarlo desde unas posiciones de prevención social, para que aquellas personas que no lo deseen no sean objeto de trato negocial con su cuerpo.

En nuestro país resulta una creciente realidad, que nunca dejó de estar, ni siquiera en los momentos de mayor persecución policial, por imperativo de la normativa penal. Pero en la actualidad, con el advenimiento del régimen democrático, no tiene la consideración de ilícito penal su ejercicio, aunque se mantienen tipos penales relativos a su explotación, como resulta el caso del proxenetismo, pero que no siempre tienen una justa determinación, en la mayoría de los casos, por su especial componente mafioso.

Personalmente, no pretendo dar prédicas de moral, ya que en edad adulta cada uno es libre de tomar opciones personales, y realmente este tipo de determinación no deja de ser personal. Pero lo que no me parece bien, ni ética ni socialmente, es que gran parte de esas personas tomen esta determinación bajo la presión de la necesidad, bien para sobrevivir económicamente, bien por la necesidad de costearse el vicio de la droga –pues en muchos casos, ambos submundos se entrecruzan-. Por consiguiente, en estos casos –que posiblemente sean la mayoría- no estamos ante una opción libre de la persona que decide dar el paso de ponerle precio a su acceso carnal.

Tal es la situación que se aprecia en los medios de comunicación con el caso de muchas mujeres inmigrantes, que ejercen el antiguo oficio, desde el engaño y por pura necesidad, e incluso coacción, según se refiere por parte de las mismas tras redadas policiales en locales de alterne, donde la policía se encuentra a muchas de estas mujeres en situación de auténtica esclavitud. Por tanto, es un hecho que el fenómeno migratorio trae a nuestra sociedad a muchas mujeres en estado de necesidad económica y social, que se ven abocadas a la práctica de la prostitución para poder salir adelante.

De manera, que el problema ha de observarse desde varios perfiles, y no sólo desde una falsa progresía de mero ejercicio de la libertad personal, que acaba concurriendo con el más rancio machismo de la explotación de la mujer, al menos en los resultados. Y tales perfiles han de contemplar necesariamente las realidades social y económica de las personas que se encuentran en dicha situación.

Así las cosas, lo oportuno parece empezar por ahí, de forma que ninguna persona se viera obligada por la necesidad a tener que entregar su cuerpo a otra por dinero; para lo cual ya existen experiencias en algunas ciudades de trabajo social con mujeres en esta situación para darles asistencia, enseñarles oficios alternativos, y trabajos para que salgan adelante, tanto ellas como sus hijos –pues en no pocos casos, el drama se agrava con la existencia de responsabilidades familiares a su cargo-, ante lo que una sociedad justa no puede mirar hacia otro lado. De forma que así muchas mujeres podrían salir de ese submundo sórdido.

Hechos estos deberes sociales, por parte de las diversas Administraciones Públicas, quedaría un resto de personas –naturalmente menor- que de forma libre tomara una decisión determinada en su vida, ante lo que la sociedad no puede decir nada más, que respetar, pero también exigir ser respetada, de forma que se lleve a cabo esa práctica no sólo libre, sino también discreta, evitando el escándalo y la molestia de su práctica callejera, regulando su situación sanitaria y social.

Entre tanto, hay otras medidas que también pueden contribuir a la reducción de este fenómeno, en el que tiene bastante que decir el sector de los medios de comunicación, especialmente la prensa escrita, ya que desde hace años las páginas de anuncios por palabras vienen plagadas de anuncios de prostitución. Lo que también da idea de la dimensión económica y social del fenómeno. Pero que de alguna manera contribuye a ese negocio mediante la inserción de anuncios muchos de ellos particularmente explícitos, que deberían de ser excluidos de dichos medios.

Por tanto, resulta necesario –cada vez más- la adopción de políticas activas que arbitren medidas de prevención de la prostitución, que incluyan entre las mismas la prohibición de dicha publicidad en la prensa. Y en todo caso, debería de haber un consenso deontológico entre los responsables de dichos medios de comunicación para cortar con dicha publicidad, y así entre todos iremos tomando medidas que ayuden a reducir el fenómeno de la prostitución a unos ámbitos de discreción y de auténtica libertad de los que actualmente está exorbitado.

domingo, 21 de septiembre de 2008

CONFLICTO EN GAMBIA


La masiva inmigración en España se vive, por gran parte de la ciudadanía, como un problema social de primera envergadura, especialmente en los momentos de crisis económica en que va entrando el país. Tal es así, que se situaba como una de las principales preocupaciones de los españoles, junto al paro, y la violencia terrorista.
Y realmente es un grave problema para España y para el resto de Europa, que sin embargo, no contemplan que nuestro país tenga una política uniforme y continua en materia de extranjería; pues desde la demagogia de los “papeles para todos”, hasta las soluciones otrora del PP de fletar aviones con inmigrantes a sus respectivos países para que allí realizaran los trámites administrativos y volverlos a admitir en España (“solución Fernández Miranda”), resulta claro que no hemos tenido una política clara y definida al respecto. Hasta tal punto, esto es así, que recientemente el ministro de trabajo ha aludido al excedente de inmigrantes sin trabajo, en un momento de recesión económica, cuando tampoco hay trabajo para los nacionales, como algo que necesariamente requiere urgente corrección, si bien la Vicepresidenta De La Vega, le enmendó la plana a renglón seguido, y restableció la tradicional ambigüedad oficial.
Resulta evidente que la polarización de la riqueza y el progreso material en una sola zona del planeta, expone pública e impúdicamente, la injusticia del norte – sur, que sigue sin corregirse, sino que por el contrario cada vez se ahonda más en la diferencia. Esas zonas del planeta postergadas tienen el mismo derecho, que los del norte rico, a la prosperidad económica y social. Pero parece que fueran fruto de una maldición, que les impide ese progreso. Y es que resulta necesaria una decidida y eficaz ayuda del norte rico sobre el sur pobre, más allá del dinero que se les ha estado enviando que no sólo no ha bastado para solucionar el problema, sino que ha sido acaparado por las élites locales para su enriquecimiento, aumento de la corrupción interna, y de las diferencias sociales.
Por otra parte, hemos de considerar el natural derecho de todo viviente de viajar y recorrer cualquier lugar de la tierra, y de emigrar para conseguir una vida más digna para sí y los suyos, especialmente cuando le es negada en su lugar de origen. Por tanto, desde el punto de vista ético y humanitario no sería ético negar el derecho a la emigración de las poblaciones.
Pero razones de orden público, social y económico, recomiendan que tales hechos no se produzcan de modo masivo sino proporcionado a los lugares de destino, pues de lo contrario sólo se conseguiría la exportación del problema económico y social. Hecho que cualquiera puede entender, por ser de pura lógica, pues no se puede exceder la capacidad productiva de un país, como no se puede exceder el pasaje de un barco, avión o vehículo respecto de su máxima carga, pues de hacerse la catástrofe será un hecho.
Así las cosas, se ha ido evolucionando hacia un mayor control del fenómeno migratorio en el entorno de la UE, seguido de una política exterior de acercamiento y colaboración con los países exportadores de estas masivas migraciones clandestinas, que han conllevado la firma de convenios reguladores de este fenómeno, con la posibilidad de devolución de los nacionales de estos países que se encuentran ilegalmente en España, lo que ha obligado a nuestro país a desembolsar grandes sumas de dinero, para que estos países se interesaran por controlar el hecho migratorio ilegal.
No obstante, esta semana hemos asistido a un incidente con Gambia, que tras recibir un vuelo fletado por el gobierno español para la expatriación de más de una centena de ciudadanos de esa nacionalidad, con una escolta de unos cien agentes de policía nacional, tras llegar al aeropuerto de destino el gobierno de Gambia prohibió el desembarco del pasaje, y tras largas horas de espera en el avión en condiciones infrahumanas, por el rechazo del gobierno de Gambia, hubo de volver el avión con su cargamento. Con lo que supone de gasto inútil para las arcas públicas españolas, y tomadura de pelo en el ámbito de las relaciones bilaterales por parte de las autoridades del país africano, con las que España concertó un convenio de cooperación de varios millones de euros. Dinero que jamás debió dar nuestro país al autoritario y místico presidente Yaya Jammeh, que gobierna un país cuyas circunstancias políticas y sociales llevan a su pequeña población de más de un millón de habitantes a tratar de buscar fortuna en Europa.
Por tanto, no siendo el incidente de recibo, dentro de un país con el que se mantiene un convenio ad hoc, considero que el ministro de exteriores español debería aclarar contundentemente la situación con Gambia, descontándole los 5.000 € de gastos del vuelo frustrado de las ayudas convenidas, y reenviándole rápidamente el pasaje. So caso, de tomar medidas superiores en el orden bilateral.
Jammeh, cuya excentricidad es conocida desde que expulsó de Gambia al representante de la ONU, por reprobar las afirmaciones de aquel sobre su capacidad de curar el SIDA por medios tradicionales, debe de entender que no se juega con España, que las dádivas ya se terminaron, y que no ha lugar a chantajes sobre nuestro país. Pues de lo contrario, este puede ser un mal precedente entre los países de la zona.